A partir de los 12 años, muchos adolescentes tienden a
retrasar la hora de conciliar el sueño. El problema está en que la hora a la
que han de levantarse cada día no se retrasa y todo esto se traduce en un
estado de somnolencia en las primeras horas del día que conlleva a un
rendimiento académico inferior pues no duermen lo suficiente.
El ritmo de estos jóvenes es diferente al de su entorno.
Esta asincronía se ha llamado jet-lag social. A diferencia del bien conocido
jet-lag, éste es permanente, se repite cada día.
Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid han
realizado un estudio que ha resultado por concluir la relación entre la vespertinidad y el peor rendimiento
académico. Se entrevistó a adolescentes de entre 12 y 16 años. Las preguntas
eran la hora preferida para hacer deporte, tareas, hora de levantarse y hora de
acostarse.
Se analizaron los datos y la conclusión fue que los
adolescentes vespertinos obtenían peores calificaciones. Además descubrieron
que es en la franja 12-14 años en la que los adolescentes suelen dormir menos
horas de las que necesitan.
Tal preferencia por “ir retrasado” con respecto al reloj
físico/social, parece ser consecuencia de los cambios hormonales propios de la
pubertad (factores biológicos), así como del estilo de vida y vivencias en el
entorno social y familiar (factores psicológicos y sociales).
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