Ya sé que los sueños, sueños son. Pero no me
quito de la cabeza, un sueño que tuve donde hice un viaje increíble por tierras
lejanas y desconocidas. Era una noche lluviosa, con muchos rayos. Mi gato
dormía a mi lado, lo que me permitió dormir con tranquilidad.
Me sumí en un sueño profundo, donde viajaba no
por avión ni en coche, si no con alas propias. Llegué a tierras con hadas,
duendes, princesas y castillo, y como no, también una bruja. En dicho viaje no
tenía tiempo para dormir, sólo para comer, cantar y bailar, por lo que me dije
“que esto nunca acabe”.
Dormía entre las hojas de los árboles
custodiada por los duendes de una aldea llamada Misueño. Cada mañana abría una puerta que me trasladaba a todos los
lugares con los que una vez soñé viajar: Londres, París, Bora Bora, Australia,
Nueva York, Argentina, todos, con tan sólo abrir y cerrar una puerta, me
trasladaba y vivía como una ciudadana más.
Al llegar de mi aventura, las princesas de Misueño me recibían con un gran festín
con mis platos favoritos, todo era una fiesta, hasta el amanecer, cuando abría
una puerta, la cerraba y era capaz de viajar con mis alas a cualquier lugar del
mundo.
Lamentablemente, desperté, así que pillé un vuelo a Palma de
Mallorca. Viajo, y me marcho a una isla encantada. Dicen que soñar con
viajes significa un cambio de vida, y creo que necesito cambiar la mía. Soñar
con viajes indica que estamos ávidos de nuevas aventuras, por lo tanto, yo
viviré las mías, así nadie las tendrá por mí.
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